Sacamos toda la ropa del armario sacándola de los cajones, contenedores y eliminamos las perchas. Doblémoslos y colóquelos en pilas ordenadas. En este punto:
- Decidamos qué ropa quieres quedarte.
- Creemos una pila de ropa para tener a mano, la que se usa regularmente
- Guardamos los artículos que no usaremos porque no son adecuados para la temporada actual. Si es pleno verano, guardamos nuestros suéteres y bufandas de invierno, en cambio, si es invierno, guardamos nuestras blusas y vestidos de verano.
- También podemos dejar de lado las prendas que tienen cierto valor emocional, como un suéter que te tejió tu abuela y que ya no te queda. En cualquier caso, minimiza el número de estas prendas. Después de todo, ¡la ropa está hecha para ser usada! Cuando terminemos de seleccionar estas prendas, pongámoslas en un recipiente de plástico para guardar debajo de la cama, en el garaje o en el ático.
establecemos qué artículos se pueden donar y cuáles se deben desechar. Este es el paso más difícil, ¡pero también el más importante! Si quieres tener un armario bien organizado, el objetivo es deshacerte de la mayor cantidad de ropa posible. Esto no significa que tendremos que tirar la ropa pasada de moda sino que tendremos que hacer un examen de conciencia para saber qué ropa usaremos todavía y cuál no.
- Si no hemos usado una prenda durante más de un año y no tiene valor sentimental, es hora de deshacerse de ella
- Si una prenda está muy gastada, apolillada y descolorida, nadie podrá usarla más, así que tiremosla.
- Si alguna ropa nos queda muy ajustada, dejemos de esperar el día en que aún nos quede bien y ¡regalemos! (por supuesto que deben estar vestidas en buenas condiciones).